Sirio, o
Sirius en su denominación latina, es el nombre propio de la estrella Alfa Canis
Maioris (α CMa, también Alfa Canis Majoris), la más brillante de todo el cielo
nocturno vista desde la Tierra, situada en la constelación del hemisferio
celeste sur Canis Maior. Esta estrella tan notable, que es en realidad una
estrella binaria, es muy conocida desde la antigüedad; por ejemplo, en el
Antiguo Egipto, la salida heliaca de Sirio marcaba la época de las inundaciones
del Nilo, y ha estado presente en civilizaciones tan dispares como la griega,
la maya y la polinesia. En ocasiones, y coloquialmente, Sirio es llamada
«Estrella Perro» a raíz de la constelación a la que pertenece.
La componente
primaria de las dos estrellas que conforman el sistema, Sirio A, es una
estrella blanca de la secuencia principal de tipo espectral A1V que cuenta con
una temperatura superficial de 10 000 K y que está alejada a unos 8,6 años-luz
del Sistema Solar, lo que la convierte en la quinta estrella más cercana
respecto al Sol. Su magnitud aparente en la banda B (azul) es -1,46, y en la
banda V es -1,47. Friedrich Bessel, en
1844, dedujo la presencia de una compañera, un objeto celeste muy tenue ahora llamado
Sirio B o «el Cachorro», que fue observado casualmente por primera vez en 1862
por el constructor de objetivos astronómicos Alvan Graham Clark. Fue una de las
primeras enanas blancas en ser descubiertas, su magnitud en la banda V es 8,44,
su tipo espectral es DA2 y su temperatura superficial es de unos 25 200 K.5
Debido a
ciertas irregularidades en la órbita del sistema Sirio formado por ambas
estrellas, se ha sugerido la presencia de una tercera estrella, Sirio C, una
presunta enana roja con un quinto de la masa del Sol y tipo espectral M5-9, en
una órbita elíptica de seis años alrededor de Sirio A. Este objeto aún no ha
sido observado y se discute su existencia real.
Con una
magnitud aparente de -1,46, Sirio es la estrella más brillante del cielo
nocturno, casi dos veces más brillante que la segunda estrella por brillo,
Canopus,17 de -0,62 según el catálogo Hipparcos. Sin embargo, es superada por
la Luna, por Júpiter y por Venus; en ocasiones incluso la magnitud aparente de
Mercurio y Marte es superior. Sirio puede observarse casi desde cualquier lugar
habitado de la Tierra. Únicamente aquellos que viven más allá del paralelo 73º
N, varios grados por encima del círculo polar ártico, no pueden verla; y desde
algunas poblaciones de altas latitudes, aunque puede divisarse, se eleva muy
poco sobre el horizonte, por ejemplo en la ciudad rusa de San Petersburgo,
donde sólo alcanza 13º sobre el mismo. Forma, junto a Proción y Betelgeuse, el
triángulo de invierno para los observadores del hemisferio norte.Debido a su
declinación de apenas −17°,1 Sirio se constituye en estrella circumpolar en las
latitudes que van desde 73º S hasta el polo sur. A principios de julio, desde
el hemisferio sur Sirio se puede ver tanto al atardecer, pues se pone tras el
Sol, como al amanecer, cuando aparece antes que él.
Con las
condiciones adecuadas, Sirio puede atisbarse a la luz del día a simple vista.
Es necesario que, con Sirio en el cenit y el Sol bajo junto al horizonte, el
cielo esté claro y que el lugar de observación esté situado a gran altitud; la
reunión de estos requerimientos se cumple con mayor facilidad en el hemisferio
austral a causa de la declinación de Sirio. Durante la noche, una de las
alineaciones estelares más populares es que la prolongación de la línea
imaginaria creada por las tres estrellas principales del cinturón de Orión
—Alnitak, Alnilam y Mintaka— va a parar a Sirio hacia el sureste, a unos 20º, y
a Aldebarán hacia el noroeste.
El movimiento
orbital del sistema binario de Sirio hace que la mínima separación angular
entre ambas estrellas sea de menos de tres segundos de arco y que la máxima sea
de doce segundos de arco. Si se tiene la primera de las situaciones expuestas,
distinguir a la pequeña Sirio B de su gran compañera es un desafío para el
observador, ya que se necesita un telescopio de al menos 300 mm de apertura
apoyado por unas condiciones de observación excelentes. En general, el obstáculo
principal para observar Sirio B viene dado por la gran diferencia de magnitud
entre la estrella primaria y la secundaria. Desde el año 1994, cuando ocurrió
el último periastro del sistema Sirio, la pareja se ha ido distanciando entre
sí, lo que facilita su visión por separado. Asimismo, para diferenciar ambas
estrellas puede ser de utilidad un diafragma poligonal, ideado por Alexander
Aitken, que modifique la luz proveniente de Sirio A para que Sirio B deje de
ser imperceptible entre el brillo de la primera. El próximo apoastro tendrá
lugar en el año 2018, cuando el sistema estará separado 12 arcsec con un ángulo
de posición de 66º; el anterior sucedió en 1966, así que hasta el año 2010 no
fue tan fácil distinguir la una de la otra.
A una distancia
de 2,6 pársecs (8,6 años-luz), el sistema Sirio contiene dos de las ocho
estrellas más cercanas al Sistema Solar y es el quinto sistema estelar más
cercano a nosotros. Es esta proximidad, y no la luminosidad real de Sirio, la
principal razón de que su magnitud aparente siga en la lista a Luna, Júpiter y
Venus, idénticamente a lo que sucede con otras estrellas cercanas como Alfa
Centauri y en claro contraste a lo que sucede con estrellas supergigantes y
extremadamente luminosas como Canopus, Rigel o Betelgeuse, que a pesar de
encontrarse muchísimo más lejos se cuentan entre las más brillantes del
firmamento.102 A pesar de todo, no hay que olvidar que Sirio es alrededor de
veinticinco veces más luminosa que nuestro Sol.
Tomando Sirio
como referencia de distancias, la estrella de grandes dimensiones más cercana
es Proción, a 1,61 pársecs (5,24 años-luz) de distancia.9 Se espera que la
sonda espacial Voyager 2, lanzada en el año 1977 con el fin de estudiar los
gigantes gaseosos del Sistema Solar, pase a una distancia máxima de 1,3 pc (4,3
años-luz) de Sirio dentro de aproximadamente 296 000 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario